Caminaba por las calles de Granada, más en concreto por el Albaycin, autopista blanca y florera donde las haya. Me observaban antiguos balcones desde las bajas y pedrosas casas y viviendas. Tal estrechez me inspiró, me hizo meditar, ¿Qué haría yo allí, paseando? No, esperen, esa no es la duda existencial que se me pasó por la testa, paciencia, que rememore...
Recuerdo los complejos y -algunos- horteras azulejos que abundaban en las tiendas y ventanales. Recuerdo paredes grises y puras a la vez, recuerdo el cielo azul, grandes nubes y algún que otro árbol. Recuerdo, si, recuerdo al fin los complicados pensamientos internos que llegaron a mi alma; ¿Qué haría paseando ahí, mientras la injusticia peleaba y reinaba en el mundo?
Decidí volver a casa, en pleno centro de la ciudad, y escribir un artículo de protesta para el periódico. Dí la vuelta y vislumbré el paisaje pasado.
Un niño, con una piruleta colorida, trotaba feliz y airadamente hacia mí, doblando la esquina. ¡Dulces sonatas en mi mente! Cuando era menudo, jovencito, y mi sueño era probar una de esas espirales destroza dientes y manzanas repletas de caramelo.
Vuelvo al mundo real; el chico había desaparecido, y en la calle mandaba el silencio, cuál desierto del Sáhara pero en villa.
Quiero plantear el texto; ¿Qué tema abordaré? Existen muchos e interesantes debates en este universo marrón y azul. Quizás me decante por la iglesia católica... no, espera, una compañera ya realizó un artículo sobre ésta. ¿Qué tal la situción de España? ¿La sociedad? No, escribo demasiado sobre el tema. Debo alcanzar un nuevo estilo literario, promoverlo, inventarlo. Ni que fuera Larra, parece que mi ego quiere explotar, pero no le voy a dejar. Me decantaré por una reprobación.
Ajusté mi corbata y seguí andando. Había dejado atrás todo el paisaje albaycinero, y llegaba a la moderna, reformada, y a su vez anticuada Gran Vía de Colón.
Es impresionante la arquitectura moderna -contemplo el alumbrado adornado con típicos faroles granadinos- combinar lo histórico con los avances contemporáneos es algo especial, y poder hacerlo, más. Que belleza, que limpieza, que esplendor.
Debo continuar preparando la escritura ¿Sobre qué podría escribir un joven hambriento de debates? Sería muy hipócrita hablar sobre África vestido totalmente de lino, no es mi estilo, tomaría el color de algo sin gracia alguna y falso. ¿Sobre televisión? No, también he hablado sobre ello alguna vez. ¿Deportes? Tampoco, es arroz pasado, pues no es nada nuevo con lo que sorprender. Quizá sobre el sistema educativo... No me convence. ¿Y sobre los toros? Ya es un tema abrasado.
Agonizaba ya de tanto revolverme en mis adentros, decidí abstraerme y disfrutar del medio. Lo único malo era que lo más agradable para escuchar era el sonido de ruidosos coches y runruneantes motos, lo que me confesaba que ya estaba cerca de mi hogar, y como siempre, la contaminación, tanto ambiental como acústica, me recibía con los brazos abiertos.
Lo único interesante que comprobé fue la canción de un vehículo de bomberos, que corría en busca del incendio más cercano.
No quise perderme el espectáculo, así, me percaté de por dónde giraba el camión. Sorprendéntemente, tomó el córner de mi calle, y, sin pensarlo ni un segundo, corrí hacia la desgracia, que al parecer, estaba cerca de mi casa. Y cuando alcé la vista arriba, justo donde se encontraba mi balcón, supe al instante que tema iba a abarcar, esta noche, posiblemente en un Hostal y sin mi ordenador.